lunes, 4 de septiembre de 2017

Celebrando los 40 años en el aire del programa radial Latinoamérica

Programa radial de referencia obligada en Barquismeto


Por: Colectivo Cultural Jesús “Gordo” Páez 

Barquisimeto, 13-04-2009 tomado de https://www.aporrea.org/actualidad/n132809.html

Como parte de la celebración de sus cuatro décadas de transmisión del programa radial Latinoamérica, este sábado 18 de abril a partir e las 6:00 de la tarde  se realizará en el Auditórium Ambrosio Oropeza de la Universidad Centroocidental Lisandro Alvarado (UCLA) de Barquisimeto un concierto con la participación de los cantautores, Mervin Rodríguez, Ali Alejandro Primera, Marco Molina, Sandino Primera, grupo Araucara y Era Es. Este evento se enmarca en la conmemoración del segundo aniversario de la siembra del cantor Jesús Gordo Páez, pilar fundamental de la canción necesaria en Venezuela . La conducción estará a cargo de Carlos Ricardo Cisterna, quien con mucha fuerza e hidalguía se ha mantenido durante cuarenta años llevando la música de los cantores y trovadores latinoamericanos, a los hogares de distintas latitudes del continente y el mundo a través de las hondas hertzianas. 
Un poco de historia… 
Vísperas del Chile de Allende, primer gobierno socialista del mundo que llega al poder por los votos del pueblo, 1969 específicamente, un joven al sur de ese país inicia su carrera como productor y locutor de un programa radial que difunde la música popular y tradicional de los pueblos del continente americano, eran años de sueños, de esperanzas, se dibujan en  aquel paisaje sureño, rostros llenos de fe y amor por  el porvenir, la nueva canción chilena acompaña las jornadas de luchas y de trabajos de un pueblo que se atreve a conquistar sus sueños, allí dentro de esa realidad, Carlos Ricardo, empujando esa canción, que como diría nuestro Ali Primera, “…debe ser el brazo armado que acompañe la lucha de los pueblos”. Siempre irreverente y atrevido, enalteciendo el valor que representan la palabra, la poseía, el canto necesario que aviva al ser humano, incansable en sus jornadas, hasta que en aquella mañana gris del 11 de septiembre de 1973  llegaron hasta su cabina de transmisión, eran los militares dispuestos a todo por callar aquella voz que se atrevía a decir, “ Salga el pueblo a defender al presidente Allende”, pero el muchacho ante la presencia de aquellos militares, continuaba diciendo, “saben que esta radio es del pueblo…”, a lo que el jefe de aquel comando respondió, “sabes que tenemos ordenes de llevarte, si no abandonas este lugar …” Hoy el Mismo Cisterna recuerda aquel momento y comenta la ingenuidad de su reacción, aun conociendo lo que era el fascismo, pero no imaginando que ese era el comienzo de  una larga jornada de horror que viviría el pueblo Chileno.  
Obligado por la dictadura de Pinochet, sale en 1974 de Chile hacia la Argentina, en ese mismo año inicia allí las trasmisiones de Latinoamérica, pero igual en 1977, abandona la Argentina  por la dictadura de Jorge Videla. Se va a la isla de Montserrat en Las Antillas Británicas,  se mantiene por dos años y es en 1979 cuando llega a Venezuela, a la ciudad de Barquisimeto, donde hasta la fecha transmite su programa desde diferentes emisoras del estado Lara. 30 años en nuestro país, celebrando cada año un concierto por donde han desfilado agrupaciones como Los Olimareños de Uruguay, Enrique Llopis de Argentina, Grupo Iyapu de Chile, Nani Barrett del Paraguay, de Cuba Noel Nicola, Jorge García y Donato Poveda, de Venezuela Ali Primera y Jesús “Gordo” Páez con quines transito muchos caminos sembrando la Canción Necesaria.  A lo largo de  su carrera como radiodifusor a entrevistado figuras como, Mercedes Sosa, el historiador cubano Francisco Pividal, el maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa y Rubén Blades.  
A pesar de este largo andar Carlos Ricardo Cisterna, no descansa en su empeño de difundir el canto de los pueblos latinoamericanos, pues posee una amplia convicción de su oficio, además de mantener ese espíritu irreverente,  que se atrevió y se sigue atreviendo a no callar, actitud que le ha permitido encontrase hoy con un pueblo que también se atreve a conquistar sus sueños.



http://www.correodelorinoco.gob.ve/sobreviviente-dictadura-pinochet-grabo-ultima-actuacion-ali-primera/

Carlos Ricardo Cisterna mantiene vivo el programa radial Latinaomérica desde hace 45 años|Sobreviviente de la dictadura de Pinochet grabó la última actuación de Alí Primera
3 Agosto, 2014
3 Agosto, 2014
Ya pasaron más de seis décadas años desde que Carlos Ricardo Cisterna vino al mundo, pero sus ojos brillan con la avidez de un niño escondido en una pastelería. Escucha las preguntas como si las saboreara y, aunque apenas se mueve en la silla, da la sensación de que está a punto de correr y echarse a volar por una ventana. Una ventana que ahora lo lleva de vuelta a la pequeña radio de Tahualcano, en la fría costa del Pacífico chileno, donde 45 años atrás comenzó a transmitir el programa La Canción Necesaria.

En aquello días, Cisterna no tenía razones para pensar que tendría que marcharse con su música para otras tierras. Por el contrario, Chile se veían venir nuevos tiempos, marcados por un auge de las fuerzas populares: “Me tocó vivir ese movimiento, que estaba despidiéndose de un gobierno de derecha. Era la primera vez en el mundo que el pueblo elegía un gobierno socialista; el de Salvador Allende”.

Todavía faltaba un año para el triunfo de la Unidad Popular cuando puso a sonar la primera pista en la emisora, pero “ya había un movimiento de lucha de la intelectualidad, y a nivel universitario, aparte de los campesinos, los obreros”, recuerda el comunicador.

QUIJOTE EN EL AULA

Reencontrado con sus recuerdos, Cisterna confiesa que el entusiasmo por la actividad cultural se ya se le había contagiado desde temprano en el liceo. Un día descubrió que su serio profesor de historia era uno de los personajes de El Quijote que escuchaba con fascinación en la Radio Nacional de España, cuyas ondas debían cruzar más de 11 mil kilómetros de un océano a otro:

“Y qué cosa más extraña. Este profesor del que yo te hablo, Julio Parada, vivió en España y era uno de los personajes del radioteatro de El Quijote de La Mancha. O sea, que aparte de ser profesor, afuera él había sido un actor, un personaje. Era una cosa que me llamaba mucho la atención”.

Historia era la materia que más le atraía al inquieto adolescente, “y ahí tenía a un profesor de historia que era un actor. Eso me despertó mucha afinidad con él, que tenía esa relación con el arte, con el teleteatro”.

Resultó que su maestro quijotano “era hermano de uno de los más grandes actores de Chile, Roberto Parada”. Y años después, exiliado en la cálida Barquisimeto, recordaría ese parentesco al enterarse del hallazgo de tres militantes comunistas, torturados y degollados, en la vía hacia la comuna Quilicura, al noroeste de Santiago.

“Uno de ellos era hijo de Roberto Parada. Mira la asociación. Roberto Parada, ese gran actor al que le degollaron su hijo. Y mi profesor era Julio Parada, profesor de historia, su hermano”. Estas palabras parecen llevar a Cisterna a un lugar de su vida al que no había vuelto en mucho tiempo. “Pero qué coincidencias. En este momento, la mente está dando tantas vueltas”…se le escapa de los labios. Y sonríe.

Baja la mirada y se queda pensativo. Responde que nunca volvió a ver al docente, pues “al poco tiempo él murió, porque era ya de avanzada edad, una persona mayor. Pero sí me gustaban mucho sus clases, yo iba con mucho gusto a su clase”. No recuerda cuál era el personaje que encarnaba Julio Parada.


EL PODER DEL CANTO

Entre la amenaza del terrorismo de Estado y el entusiasmo por comunicarle a su gente “el canto de los pueblos y sus luchas”, Cisterna habría de vivir unos años más en Talcahuano. Recuerda que en 1969, antes de Allende, “cuando yo me refería a la Revolución Cubana, por decirte algo, ya había sanción de parte de la dirección de la radio. Me advertían”. Pero de ahí no pasaban. Ahora se trataba de una dictadura que asesinaba sin trámite y que reprimía sin miramientos las expresiones musicales populares.

La pregunta se impone: ¿La canción tiene realmente tanto poder como para que un gobierno la persiga e incluso saque de circulación a quienes la canten? “Sí, yo creo que sí. Yo creo que sí porque, imagínate la persiguen, y asesinan a sus cultores como es el caso de Víctor Jara, de Jorge Cafrune. Alí Primera hablaba de Benjo Cruz, cantor de Bolivia. Y han encarcelado otros tantos cantores, en el Uruguay, por ejemplo”.

“Creo que todo el movimiento de la canción estuvo detenido durante los gobiernos de derecha o de las dictaduras, por decir la verdad”. Ese es el poder de la canción, revela Cisterna, quien destaca que se trataba de un medio de comunicación de mucho impacto: “La gente, a través de ese medio que es la canción, conocía la verdad. Si había una toma de terreno para construir casas a la gente, iba la policía e intervenía, y había muertos en esas tomas. Eso lo denunciaba la canción”.

“Los medios acallaban esas cosas, pero entonces, de repente salía un cantor con una verdad, y bueno, había que silenciar ese canto, que a ellos los asustaba. Por eso muchas veces yo tuve amonestaciones. Me imagino que venían de las autoridades al director o al dueño de la radio ¡Epa! No pongan ese tipo de canto. No se hable de Cuba. Eso me ocurrió muchas veces”, relata.

No se reduce el poder de la canción al hecho de que diga la verdad, aclara Cisterna. Si producía tanto miedo, era porque “planteaba soluciones. Es decir, a su manera, cada cantor, cada músico decía que la fórmula era unir al pueblo y darse otra formas de gobierno, esa era la cosa, no era protestar por protestar”.

LA RADIO Y EL CAMINO

Si Julio Parada avivó las inquietudes artísticas de Cisterna, Radio Habana Cuba despertó su conciencia política: “A través de la onda corta de Radio Habana Cuba, se veía que América Latina no estaba tranquila, se estaba luchando en varias regiones. Imagínate que el año 65 se escuchaba de las guerrillas de Bolivia, de la lucha de otros pueblos”.

Las voces que le robaban el sueño por las noches también marcaron su espíritu internacionalista y alimentaron su pasión por la historia. Todavía le brillan los ojos cuando dice que “como era radiómano y escuchaba muchas radios a través de las ondas cortas, yo sabía toda la historia de América Latina. Y en el año 67, cuando el Ché cayó en combate Guevara, eso produjo un revuelo en los pueblos, sobre todo al sur de nuestro continente, y lo sabíamos por la radio”.

Pero si de esas luchas llegaban noticias a Talcahuano, se mantenían afuera, al igual que las canciones que las acompañaban. Por eso, Cisterna decidió que si iba a hacer un programa, haría sonar esa música: “Uno iba tomando conciencia, y luego, buscando ese camino, como yo tenía la vocación de la comunicación social, llegué a ser locutor a los 19 años. Y me orienté por la inclusión en mi programación de esa música que no se escuchaba habitualmente en las radios”.

Se convirtió así en productor y en un técnico de la precariedad para poder difundir “una música generada en los predios universitarios, festivales de la canción comprometida, de la canción protesta, como se decía”. Y tenía que grabarla por sus propios medios: “Eran grabaciones rudimentarias que logramos hacer de esos festivales, en cintas magnetofónicas, de reel, o de carretes. Posteriormente vinieron los cassettes, pero en ese momento usábamos aquellas cintas, algo bien rudimentario, y lo transmitíamos en el programa. Pero era muy novedoso”.

Como si recordara una travesura, se ríe y retoma el hilo: “Era una novedad, por eso el programa tenía aceptación en los medios universitarios, en los medios de la intelectualidad y entre los trabajadores conscientes, mineros, campesinos y profesionales. Entonces, tenía relevancia, aunque lo miraban como un programa extraño”. Una primicia regresa a su mente: “El año 65 hay un festival que reúne a todo este canto y uno de los ganadores es nada menos que Víctor Jara, acompañado por el conjunto Quilapayún. Eso también lo conseguimos y lo grabamos, lo transmitimos”.

CAMINANDO CON CHILE

Cuando ganó la Unidad Popular, ya la causa del socialismo tenía su trinchera musical en Radio Talcahuano, donde la libertad amplió el alcance del programa de Cisterna.

“Vino el proceso revolucionario de Salvador Allende, y la oportunidad de contribuir a que se dieran a conocer las cosas de Chile, la cultura del quehacer político del país a través del programa Latinoamérica. Sentí esa facilidad de hacer mi trabajo y ayudé a que todo eso se supiera”, relata el comunicador, y comenta que aprovechaba hasta la más mínima oportunidad para mantenerse al aire:

“Transmitíamos en varios horarios, generalmente en la noche, cuando ya en la radio pensaban de que habían agotado todo lo que había de programación, te decían bueno, aquí hay un espacio. Y no sabían que ese era un espacio apetecido por la gente que quería escuchar algo distinto, que era la otra música, entre comillas”.

“Y mientras tanto”, prosigue “existía un movimiento que se le llamó, basado en un festival del mismo nombre, el Movimiento de la Nueva Canción Chilena, que siguía el legado de una mujer tan extraordinaria como Violeta Parra. Ese es el legado que siguieren Victor Jara, Patricio Manns, Quilapayún, Intillimany. Isabel y Ángel Parra, sus hijos, también llevaron adelante y promovieron esta música”.

Era el año de 1969, y ese movimiento, tal como lo recuerda Cisterna, animó en todo Chile las luchas populares. Su modesto aporte era hacerles ver a sus paisanas y paisanos de Talcahuano, que aquello era como una corriente que electrizaba a todo el continente. Por eso su programa se llamó Latinoamérica. Nombre que ha conservado durante 45 años de transmisión ininterrumpida.

DESTERRADO POR LA DICTADURA

Cisterna confiesa que el nombre de su programa también respondía a que para entonces ya abrigaba el sentimiento de que él era “un ciudadano del continente, un latinoamericano”, que quería vivir en todos esos países que para él eran voces y sonidos. Lo que no imaginaba era que el sueño se cumpliría como pesadilla con la llegada al poder de Augusto Pinochet. Un día, en una isla a 6.066 kilómetros de su pueblo se daría cuenta de que “era prácticamente un apátrida”.

No hace falta que el curtido locutor entre en detalles sobre la represión y el clima de terror que se impuso en Talcahuano. Por primera vez se le apaga la sonrisa. “Me salvé”. Tan bajo pronuncia esa frase que no queda la duda de si es eso lo que acaba de decir. Pero cobra ánimo y la repite: “Me salvé de la dictadura de Pinochet. No corrí lo mismo que mis compañeros que hacían algo parecido a lo que yo hacía, que fueron a parar a los campos de concentración. Hubo desaparecidos y asesinados en Chile. Yo pude salir al exilio después de un tiempo”.

“Yo tuve habilidad, me las ingenié, para poder continuar con el programa Latinoamérica, capeando el temporal. Pero después hubo mucha presión hacia mi persona y hacia la dirección de la radio. Para proteger mi vida, mucha gente hizo todo lo posible para que yo dejara el país después de haber trabajado como un año durante la dictadura de Pinochet. El golpe de Estado fue el año 73 y yo salí el 74, más o menos en el mismo mes de septiembre. Logré salir al exilio a la República Argentina”.

Ya en en Argentina, en Rosario, la misma ciudad donde nació el Che Guevara, retomó el programa, en LT8 Radio, que para entonces era “la emisora más representativa de la zona”. Pero el 24 de marzo de 1976, con la junta militar que depuso a la presidenta Isabel de Perón, encabezada por el general Jorge Videla, comenzó una dictadura “que dio al traste con todo lo que humanamente había, y se empeoró todo. Se persiguió a los cultores populares, a los cantores del pueblo por decir la verdad, por hacerle conciencia a su pueblo del hecho verdadero fueron perseguidos. Fue el caso de Mercedes Sosa, Horacio Guarany, el propio Atahualpa Yupanqui, que tuvo que vivir sus últimos años en Francia”.

“La cosa se puso bien dura, se volvieron lo mismo que la dictadura de Pinochet, muchos desaparecidos, presos, torturado. Y otra vez hubo mucha presión, más, porque era yo extranjero. Tuve que abandonar Argentina, salí el año 78”.

DE MONSERRAT A BARQUISIMETO

Cisterna fue a parar Barquisimeto, donde lo recibió una familia amiga antes de seguir camino a las antillas británicas, a la volcánica tierra de Monserrat, una isla de 120 km2 ubicada a menos de 690 kilómetros frente a Güiria. Fue la radio lo que lo arrastró hasta allá. “Con ayuda del periodista Jaime Suárez, entré a trabajar en una filial de la Deutsche Welle, La Voz de Alemania, que se llamaba Radio Antillas Internacionales, con emisiones en varios idiomas. A mí me correspondió el español”.

No perdió la oportunidad, otra vez puso al aire el programa Latinoamérica, “aparte de otros”. “Como siempre escuchaba tantas emisoras me conocía todo lo que pasaba en el continente y hablaba de eso. Ya en ese tiempo ya ponía a Alí Primera en las Antillas. Lo escuché cuansdo estuve en Barquisimeto, y sin conocer mucho de él, dufundía sus canciones por la señal internacional”.

Hasta que “vino la recesión económica de Europa, y como yo era uno de los más jóvenes, tuve que salir de esa radio. Aunque también hubo cierta presión, porque el cónsul de Chile en Puerto Rico denunció que ahí se hablaba en contra de la dictadura de Pinochet, y eso no era ninguna dictadura, decían ellos. Entonces la dirección tomó la decisión de salir de mis servicios”.

“No me quedó otra que ver a dónde podría ir, porque ya no podía volver a Chile ni a Argentina, era era prácticamente un apátrida. No tenía patria. Realmente era algo problemático, no podía permanecer en esas islas porque ya no trabajaba en la radio internacional”. Así que acudió al consulado de Venezuela en Antigua. Y a mediados de 1979, Barquisimeto lo recibió de nuevo.

Como era de esperarse, apenas pudo, Cisterna comenzó a transmitir el programa Latinoamérica, “en el famoso Palacio Radial, que eran cinco emisoras y yo estaba en dos: Radio Barquisimeto y Radio Juventud”.

Han pasado 45 años desde entonces, y junto a él, ante los micrófonos, se han sentado numerosos cultoras y cultores. Hoy no duda en afirmar que su mayor satisfacción fue que Alí Primera se convirtiera en su principal invitado. Cada vez que el programa cumplía años, el Cantor del Pueblo participaba con su voz. Sin embargo, no deja de dolerle el hecho de saberse “el último en grabar una actuación de Alí. Eso fue en 1984, en el mes de noviembre, y él falleció en febrero del 85”.

T/ Carlos Ortiz

F/ Girman Bracamonte y cortesía

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