sábado, 17 de febrero de 2018

El comercio de pangolines sigue en aumento a pesar de su prohibición


Los pangolines son pequeños mamíferos que solo se mueven por la noche. Solo un zoológico ha podido mantener a uno de ellos con vida. A pesar de su rareza, esta es la mayor víctima del tráfico ilegal de especies, por encima del elefante y el rinoceronte.
Los pangolines son increíbles: con sus escamas brillantes y cabezas puntiagudas, parecen dinosaurios en miniatura. Los pangolines bebés montan en las colas de sus madres; atrapan hormigas con sus lenguas de 25 cm de largo y pueden acurrucarse como una pelota blindada que espanta a cualquier depredador, excepto los humanos. Al ser tan elusivos, no se sabe mucho más sobre ellos.
Una reunión de investigadores del pangolín, celebrada en enero de 2017 en Singapur, concluyó que el aumento de la demanda de pangolines en China ha provocado "grandes disminuciones" en las poblaciones de Camboya, Vietnam y Laos.
"Los pangolines se han utilizado en la medicina tradicional china durante miles de años, pero el crecimiento de la población humana y una mayor riqueza en China han aumentado la demanda", dice el Worldwatch Institute. "Los fetos, las escamas y la sangre del pangolin se usan en la medicina, su carne se considera un manjar y los pangolines rellenos se venden como souvenirs".
Las ocho especies de pangolines (cuatro asiáticas y cuatro africanas) están prohibidas en el comercio internacional gracias a una mayor protección aprobada en la conferencia de 2017 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que alberga ONU Medio Ambiente.
Sin embargo, una nueva investigación basada en las incautaciones transfronterizas de pangolines muestra que al menos 120 toneladas de pangolines enteros, partes o escamas del animal fueron confiscadas por las agencias de orden público entre 2010 y 2015. En promedio, los pangolines pesan unos 5 kilogramos, por lo que se trata de muchos pangolines.
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Carne de pangolín de contrabando incautada en el Aeropuerto Internacional de Miami en febrero de 2017 (Fuente: Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos).
La investigación fue publicada en diciembre de 2017 por TRAFFIC y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), y titulada El tráfico mundial de pangolines: un resumen completo de las incautaciones y las rutas de tráfico de 2010-2015. El estudio puso de relieve la verdadera naturaleza global del comercio: 67 países/territorios estaban implicados, incluidos algunos que no tienen pangolines.
El informe explica que los usaron 27 nuevas rutas comerciales mundiales y Europa (especialmente Alemania y Bélgica) se identificó como un importante centro de tránsito, principalmente para los pangolines africanos que se transportaron a Asia. Sin embargo, se informó que los fue un destino de grandes cantidades de partes y escamas provenientes de China y Uganda, respectivamente.
Los hallazgos del informe subrayan la naturaleza altamente móvil de las redes de contrabando, con traficantes cambiando rápidamente de las rutas de uso común después de un corto período y creando rutas nuevas cada año para evadir los esfuerzos de los organismos de seguridad.
El 17 de febrero es el Día Mundial del Pangolín. Descubra cómo la campaña Feroz por la Vida de ONU está trabajando para proteger a los pangolines y otras especies amenazadas por el comercio ilegal de vida silvestre.
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La Agencia de Investigación Ambiental reporta un crecimiento significativo en el comercio de especies africanas de pangolines, especialmente de sus escamas, en los últimos años.
En noviembre de 2017 China anunció la mayor incautación de pangolines del mundo: 11,9 toneladas de escamas fueron halladas en un barco en Shenzen.
"Este informe muestra que, si bien los esfuerzos de aplicación son absolutamente fundamentales, debemos abordar la demanda que impulsa el comercio ilegal con el mismo nivel de prioridad", dice la experta en comunicación sobre vida silvestre de ONU Medio Ambiente, Lisa Rolls.
"El Día Mundial del Pangolín, el 17 de febrero, es un importante momento de sensibilización. Necesitamos hacer correr la voz para educar a los consumidores que desconocen el impacto de sus compras. Para lograrlo, estamos pidiendo a la gente que se una a la campaña Feroz por la Vida en el Día del Pangolín”, añadió.


domingo, 11 de febrero de 2018

Orlando, el guardián del Zoológico metropolitano del Zulia

Orlando, el guardián del Zoológico Metropolitano del Zulia
Otto Rojas publicado en el Diario Panorama

El animal más peligroso y violento  de África es uno de los mejores amigos del veterinario zuliano Orlando Gómez. 
El hipopótamo, capaz de devorar a un cocodrilo si amenaza su alimentación en un río, o  a un león si se acerca a sus crías,  está amansado por su cuidador en el Zoológico Metropolitano del Zulia.
Rufra sale de su enorme tanque donde se   mantiene sumergida evitando las picaduras de los mosquitos apenas escucha la voz de su cuidador que repite su nombre varias veces, se acerca hacia el veterinario que está parado frente a ella con un gran pedazo de auyama, casi un kilo,  y abre su enorme boca mostrando sus colmillos de  casi medio metro.
 A Orlando la “mala fama” de los hipopótamos no lo espanta,   no le causa el más mínimo temor. Sus 16 años trabajando como el veterinario de cabecera del zoológico le han hecho perder el miedo a los animales  salvajes, que a cualquier persona le temblaran las piernas al sentirse cerca de ellos.
Acaricia la piel rojiza y aceitosa de  la hipopótamo de tres toneladas de peso como muestra de cariño, al mismo tiempo que  soba sus diminutas orejas que no son nada proporcionales a su tamaño.  
“Abre la boca”, le  ordena y luego  le da  su comida, el kilo de auyama en un solo pedazo que parece ser un bocadillo para el animal, pide más y no cierra la boca.  Orlando la sigue alimentando, pero esta vez, desafiando aún más el peligro,  mete el brazo    y deja el bocado en su garganta. En un solo cerrar,  el veterinario  podría quedar sin la extremidad, pero no. La empatía entre la especie africana y su cuidador es grande, la posibilidad de un ataque  está descartada.
Orlando Gómez es egresado de la Universidad del Zulia. Desde que fue pasante está trabajando en las 40 hectáreas del parque. Antes de llegar al  zoológico zuliano  pasó  por el Parque del Este, en Caracas;  Parque Las Delicias,  de Maracay;  y el Zoológico Bararida, en Barquisimeto.
 “Me encanta la fauna silvestre en todas sus especies. Los felinos, mamíferos grandes y reptiles son mis favoritos. Siempre tuve vocación para cuidar a animales, pero quería hacer algo diferente, por eso me dediqué de lleno al mundo de los zoológicos”, cuenta el veterinario mientras camina por el hábitat de los báquiros.
Las jornadas de trabajo para Gómez comienzan puntal a las  7:00 de la mañana, debe salir de su casa, antes que salga el sol, para poder llegar a tiempo al zoológico, ubicado en San Francisco.
Lo  primero que hace es colocarse sus botas y un sombrero al estilo   safari que lo proteja del sol. No  usa   ningún tipo de protección.  Hace un recorrido cauteloso de todas las áreas del parque. Pasa por cada hábitat de los más de 300 animales que tiene en la actualidad el  lugar  y observa su comportamiento con cuidado.
Las labores escapan de las típicas. No se sienta largas horas en un escritorio lleno de papeles, no  pasa el mismo tiempo de frente a un computador y tampoco le preocupa si hay internet o no.  En cambio, está rodeado  de plantas y animales salvajes, escuchando los rugidos de los felinos o el eco de las aves.  La faena es como trabajar en una selva.  

 “Jamás me aburro. Lo más fascinante de mi trabajo es que todos los días hago algo diferente. Siempre debo revisar a cada animal para ver en qué estado amanecieron. Mi principal tarea es evitar que las especies se enfermen, velar porque tengan una buena alimentación y estar atento ante cualquier emergencia”, comenta, el protagonista de esta historia.
Al día, Orlando le da la vuelta  más de diez veces, de punta a punta, al parque. No se cansa, bromea diciendo que de esa manera  se mantiene en “forma”. Termina sus labores a las 4:00 de la tarde, pero  jamás  apaga su teléfono celular al salir de la faena. “Nunca sabes cuándo habrá una emergencia y  debes salir corriendo al zoológico a atenderla”, afirma el veterinario.
Entre sus anécdotas,  Orlando recuerda una muy  especial,  aquella en la que se convirtió en  el “héroe de la hipopótamo Rufra”,  explicación al “afecto” que le tiene este animal a su cuidador.
 “Acababa de llegar a mi casa  a descansar cuando me llamaron para decirme que Rufra había partido la guaya de su jaula, se cayó a una fosa que no tenía agua y no podía salir porque quedó atorada. No lo pensé dos veces, como un bombero o un policía, se me olvidó el cansancio y fui de inmediato al zoológico. Duramos dos noches en las labores de rescate”, cuenta sin olvidar los detalles de la odisea.  

El veterinario ideó un plan para que la hipopótamo saliera de la fosa a salvo, digna de un episodio de cualquier programa de Animal Planet.    El médico junto a otros cuidadores bajaron al hueco y colocaron varios sacos de arena que simularon una escalera para que el animal pudiera salir.


“Al principio Rufra tenía miedo y no quería subir por los sacos de arena, pero  poco a poco,  lo perdió hasta que pudo salir. Claro,  siempre le mostrábamos pedazos de comida para incentivarla (risas).   Tuvimos que trabajar de forma rápida y cuidadosa  para que la hipopótamo no fuera a lastimarse”  
Orlando lleva casi dos décadas en medio  de  la selva “venezolana” y “africana”.  El zoológico que todos los fines de semana recibe a cientos de familias que buscan esparcimiento y contacto con la fauna, es muy distinto al que él  recorre todas las semanas.

 Cada mañana, Orlando revisa que los animales no hayan amanecido con alguna herida, siempre lo hace con la ayuda de los cuidadores. “Ellos son nuestros mejores aliados”. 
“Los felinos como los tigres, cunaguaros, leopardos, leones y los primates,  monos capuchinos y araguatos tienden a pelear mucho entre ellos. Entonces siempre debemos estar atentos  y curarles las heridas a tiempo para evitar que se  pueda agravar”, asegura.

El veterinario está consciente que su trabajo es de extremo riesgo, pero no le preocupa. Su vocación de servicio vence las barreras. Cada vez que le toca entrar en el hábitat de los cinco caimanes de la costa que cada uno pesa media tonelada o darle de comer  a  un oso frontino, lo hace confiado. 
“No importa cuán amansado esté el animal, su instinto siempre será el de un animal y no de un humano. Por eso siempre se debe tener cautela cuando se le  enfrenta”, dice.

Vivencias miles, pero que hayan dejado una satisfacción y una huella, Orlando las cuenta con sus manos y le sobran dedos.Narra con emoción la vez que convirtió su casa en una especie de zoológico. Para poder salvarle la vida criarlos mejor, Orlando se llevó a su hogar a siete jaguares recién nacidos y los adoptó como su familia por un par de meses.  Dormía con ellos, les daba tetero con leche maternizada a través del calostro (líquido secretado por las glándulas mamarias del jaguar) hasta que crecieron.
 “La mamá era muy fértil, pero no tenía habilidad materna y mató a una de sus crías cuando nacieron. Para evitar que las demás murieran, hubo que quitárselas y llevarlas en cautiverio. Fue todo un reto, pero se logró  con esfuerzo y dedicación. Toda mi familia le tomó cariño a los jaguares, cuando llegaron a la adultez fueron  trasladados a otros zoológicos del país”, recuerda.
Otra aventura que disfruta es cepillarle el cuerpo a los dos manatíes que tiene el zoológico, que también fueron criados en cautiverio. “Son unos  mamíferos totalmente inofensivos y fascinantes”.
Cuando un animal muere, Orlando siente la pérdida como si fuese un miembro de su familia. “Le dedicas mucho tiempo de tu vida y   por ende es inevitable no encariñarte con ellos.  La muerte de la rinoceronte blanca Luisa nos sintió mucho, porque  es una especie en peligro de extinción y era fundadora del zoológico desde la década de los 70. Prácticamente estaba amansada, se dejaba acariciar”.